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viernes, 28 de diciembre de 2012

Bocados 1: Paté de camarón con coco


Cuando iniciamos fin de año, no sólo el stress del corre corre nos lleva, sino que nuestras emociones y recuerdos también.Cómo olvidar cada año cuando decoraba el árbol contigo, y siempre me repetías: "Tenemos que revisar las luces antes de ponerlas", y cada vez que encontrabas luces malas, tu cara se iluminaba y tu alma tuerca vibraba ya que tenía algo para arreglar y abrir.

Este año, mi familia me pidió dedicarme al "picoteo" de la cena de Navidad. Siempre he hecho el pavo, el plato de fondo, postre, pero jamás los apettizers navideños.Podría haber elegido algo clásico, unas papas fritas, maní, queso... ¿pero para qué? Si se va a hacer algo, tiene que ser a lo grande, por muy simple que sea. Fue por eso que entre mis elecciones, tomé el paté de camarones. Tome nota:

Ingredientes:
- Camarones a gusto ( De los pequeños)
- Limón
- Sal
- Leche de coco
- Pimienta blanca
- Pan rayado (Para hacerlo más espeso)
- Aceite
- Coco rayado
- Vino blanco

Preparación:
No podría darles las medidas exactas ya que todo está en las yemas de los dedos, es a gusto de cada uno según la textura deseada. Primero, macerar los camarones en limón por un par de horas, la idea es que queden un poco más cocidos. Aliñarlos con pimienta blanca, toque de sal junto al aceite y pizca de vino para que suelten su sabor.
Posteriormente, molerlos en la licuadora, mezclar con la leche de coco.
Retirarlos de la máquina y añadir pan rayado. Si quiere puede reemplazar parte del pancito, por coco rayado y voilà.
Se sirve con unas galletitos o mini tostadas. Es simple, sofisticado y rápido. 
Mi familia quedó encantada, se comieron hasta las reservas que tenía para cuando fuera alguien a verme a mi casa. 
Sólo me faltaste tú, mi mejor catador... Te extraño todos los días. Feliz Navidad Gabrielito.

sábado, 22 de diciembre de 2012

El Mestizo

La primera vez que fui al Mestizo, fui con P. Me llevó  para  acompañarme y olvidar lo que para mi significaba un día sin mi pequeño hijito. La segunda fui  sola a  comer y observar desde la ventana  a todos los que pasaban por el parque Bicentenario de Vitacura y estar sólo conmigo. Así fue como encontré en ese rincón del parque un refugio. Es que algo tienen esas mezclas de sabores  perfectamente combinados que te hacen olvidar incluso donde estás parada.Cada bocado del atún sellado en especies, se deshace en tu boca, y te hace vibrar con la mezcla de panceta o tocino en un puré seco en su punto.
Desde el abreboca, una salsa verde en una piedra, pasando por el pisco sour seguido del ceviche mestizo o el pulpo al ajillo hasta la torta 3 leches y el suspiro limeño, el Mestizo tiene mi corazón.
La potencia de sus aromas y el amor y arte que el chef, dedica en cada uno de sus platos hace cada vez vuelva por más. Cada detalle es cuidado celosamente en este lugar: la roca como pilar me hace pensar en el amor de quien construyó el Mestizo, buscando en esta firmeza algo eterno, la mezcla terrestre y natural en la decoración; la vista al parque, el verde que lo rodea y las aves flotando a su alrededor, hacen de este refugio mágico para el alma un must imperecedero en nuestros paladares, donde hasta el más frío derretirá sus sentidos y encontrará lo que siempre buscó.
Un lugar que conquista, el Mestizo.