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sábado, 22 de diciembre de 2012

El Mestizo

La primera vez que fui al Mestizo, fui con P. Me llevó  para  acompañarme y olvidar lo que para mi significaba un día sin mi pequeño hijito. La segunda fui  sola a  comer y observar desde la ventana  a todos los que pasaban por el parque Bicentenario de Vitacura y estar sólo conmigo. Así fue como encontré en ese rincón del parque un refugio. Es que algo tienen esas mezclas de sabores  perfectamente combinados que te hacen olvidar incluso donde estás parada.Cada bocado del atún sellado en especies, se deshace en tu boca, y te hace vibrar con la mezcla de panceta o tocino en un puré seco en su punto.
Desde el abreboca, una salsa verde en una piedra, pasando por el pisco sour seguido del ceviche mestizo o el pulpo al ajillo hasta la torta 3 leches y el suspiro limeño, el Mestizo tiene mi corazón.
La potencia de sus aromas y el amor y arte que el chef, dedica en cada uno de sus platos hace cada vez vuelva por más. Cada detalle es cuidado celosamente en este lugar: la roca como pilar me hace pensar en el amor de quien construyó el Mestizo, buscando en esta firmeza algo eterno, la mezcla terrestre y natural en la decoración; la vista al parque, el verde que lo rodea y las aves flotando a su alrededor, hacen de este refugio mágico para el alma un must imperecedero en nuestros paladares, donde hasta el más frío derretirá sus sentidos y encontrará lo que siempre buscó.
Un lugar que conquista, el Mestizo.


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